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Lo que está a punto de leer no está pensado como un ataque a cualquier alimento en particular, producto, medicamento, sistema o procedimiento médico. Su objetivo es estimular su proceso de pensamiento y para que lo ilumine como un consumidor hacia la realidad en cuanto a cómo, a lo largo de la historia, nosotros como individuos hemos sido expuestos, y explotados por LA POLITICA, EL PODER Y LA GANANCIA!
Es mi esperanza que con este conocimiento y la comprensión usted asumirá la responsabilidad personal para su vida, su salud y su bienestar. Infórmese, haga preguntas, y usted tome las decisiones sobre cómo su salud y cuidado médico serán manejados. No deje esa elección a cualquier otra persona.
La historia nos ha demostrado que los grandes descubrimientos del mundo fueron inicialmente rechazados por los líderes científicos de la época y aquellos pioneros que hicieron los descubrimientos fueron con frecuencia condenados como charlatanes.
Colón fue atacado por creer que la Tierra era redonda. Bruno fue quemado en la hoguera por afirmar que la tierra no era el centro del Universo. Galileo fue encarcelado por enseñar que la Tierra se movía alrededor del sol.
En el campo de la medicina, en 130 E.C., el médico Galeno sugirió ciertas teorías anatómicas que más tarde resultaron ser correctas, pero en esa época lo contradijeron amargamente y lo forzaron a huir de Roma. En el siglo XVI, el médico Andrés Vesalio fue denunciado por sus descubrimientos en el campo de la anatomía humana. Sus teorías fueron aceptadas después de su muerte, pero, en ese momento, su carrera estaba arruinada. William Harvey fue desacreditado como médico por creer que la sangre era bombeada por el corazón y se movía por todo el cuerpo a través de las arterias. William Roentgen, descubridor de los rayos X, fue llamado charlatán y luego condenado por temor a que su “rayo” invadiera la privacidad del dormitorio. Edward Jenner, la primera vez que desarrolló una vacuna contra la viruela, también fue llamado charlatán y fue duramente criticado como médico. En aquel tiempo más de 400,000 personas al año morían de viruela.
En 1535 el explorador francés Jacques Cartier encontró sus barcos congelados en el hielo del río San Lorenzo, el escorbuto había matado a 25 miembros de su tripulación de 110 hombres, y la mayoría de los demás estaban tan enfermos que no se esperaba que se recuperaran. Entonces, algunos indios locales les mostraron cómo hacer un té de corteza y agujas de pino blanco, que es rico en vitamina C, y los marineros se recuperaron rápidamente. A su regreso a Europa, Cartier informó del incidente a las autoridades médicas quienes no hicieron nada para darle seguimiento porque sentían que salvajes ignorantes no tenían nada que aportar.
El escorbuto fue el responsable de la muerte de cientos de miles de marineros de la época. Y ahora se sabe una cura para el escorbuto. Pero, a causa de la arrogancia científica, tomó más de doscientos años más y el costo de la vida de cientos de miles más antes de que los expertos médicos empezaran a aceptar y aplicar este conocimiento.
Finalmente, en 1747, John Lind, un joven cirujano de la Marina Británica descubrió que las naranjas y los limones trataban y prevenían el escorbuto. Le tomó 48 años más antes de que su recomendación se pusiera en marcha. Cuando se lo proponían, los británicos eran capaces de superar todas los naciones marítimas, y los “Limeys” (llamados así porque llevaban limones a bordo del barco) pronto se convirtieron en los gobernantes de los siete mares. El Imperio Británico, en gran medida fue el resultado directo de superar los prejuicios científicos contra la terapia de la vitamina. Tomó 260 años desde el momento en que se conoció la cura hasta que se puso en práctica.
En 1789 el Dr. Edward Jenner (1749-1823) encontró una vacuna para la viruela, una enfermedad que había matado, literalmente, a millones de personas a un ritmo de más de 400,000 por año. El trabajo del Dr. Jenner fue objeto de fuertes críticas por la profesión médica. Algunos médicos se oponían a cualquier idea nueva, mientras que otros tenían intereses financieros en formas menos eficaces de tratamiento contra la viruela. En el entorno legal regulado de hoy, Jenner seguramente hubiera sido encarcelado por practicar la medicina “no aprobada”. Millones de personas murieron de viruela, mientras que las autoridades médicas suprimieron el descubrimiento de Jenner para salvar vidas.
En el siglo 19, decenas de miles de mujeres murieron cada año por fiebre de parto. La razón de esta epidemia fue que los médicos realizaban autopsias y despues realizaban exámenes vaginales con las manos cubiertas con tejido muerto en descomposición. En 1841 el Dr. Ignatz Semmelweis (1818-1865) observó que las mujeres que utilizan parteras en lugar de médicos tenían bajas tasas de fiebre de parto. Entonces Semmelweis implementó una política en su departamento que requería a los médicos lavarse las manos con desinfectante antes de que atendieran a los pacientes. La tasa de mortalidad por fiebre de parto inmediatamente se redujo del 18.3% al 1.3%.
Cuando Semmelweis publicó sus hallazgos sobre la importancia de lavarse las manos, la comunidad médica reaccionó con hostilidad. La creencia predominante en el momento era que la fiebre de parto era causada por el mal aire. Después de intentar persuadir a los escépticos, Semmelweis fue relevado de sus funciones y fue internado en un manicomio, donde murió en 1865 a la edad de 42 años.
Años más tarde, Joseph Lister (1827-1912) insistió en que los médicos que trabajaban para él se lavaran las manos con cloruro de calcio después de una operación y antes de atender a un nuevo paciente. Lister también estableció que las heridas e incisiones quirúrgicas se limpiaran cuidadosamente y cubiertas con vendajes tratados con ácido carbólico. Se dio a conocer como el “Padre de la Cirugía Antiséptica.”
Lamentablemente, la misma situación existe hoy en día con nuestras enfermedades letales. Los médicos sistemáticamente pasan por alto las nuevas terapias que han demostrado eficacia en estudios científicos publicados. El resultado es que las personas mueren, mientras que las terapias potencialmente efectivas esperan ser aceptadas por la comunidad médica o la FDA (Food and Drug Administration).
LA POLITICA, EL PODER Y LA GANANCIA! Eche un vistazo a la industria farmacéutica de hoy, si bien todos reconocen que hay maravillosos medicamentos para salvar vidas, la realidad es que la mayoría de los medicamentos están diseñados para tratar los síntomas, no para prevenir la enfermedad o para curar enfermedades. No hay absolutamente ningún incentivo para que las compañías farmacéuticas curen algo. La mayoría de las condiciones de salud se podrían haber evitado con una nutrición y estilo de vida adecuados, y la mayoría pueden ser curados cambiando a hábitos de vida saludables.
Presión arterial alta, diabetes, cáncer y muchas otras enfermedades son ejemplos típicos: el 70% a 90% de estas enfermedades son causadas como consecuencia directa de la mala nutrición y el estilo de vida. ¿Hay tratamientos de bajo costo, eficaces, no invasivos, para estas enfermedades importantes? SIGA LEYENDO y decida lo que es correcto para usted.